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viernes, 7 de diciembre de 2012

Nuestras huellas dactilares no se borran de las vidas que tocamos.


De repente un día te das cuenta de que ya nada vuelve a ser como antes y de que es una pérdida de tiempo lamentarte por ello. Te das cuenta que ya no eres una niña, que las lágrimas ya no solo salen cuando te caes y que se han quedado atrás aquellas preguntas sobre el Ratoncito Pérez y los Reyes Magos. La vida cada día te parece más difícil y las cosas más complicadas, algunas personas te fallan y la frase “para siempre” deja de tener sentido. La vida es así, cada segundo que pasa no se puede volver a recuperar jamás, la vida sigue avanzando cada día y no puedes quedarte sentada, disfruta de lo que venga, y si las cosas no salen bien, no las llames errores, sino experiencia. Así que vamos a jugar a un juego: Levántate, ponte recta y levanta bien la cabeza. Fija tu mirada en el horizonte y empieza a caminar. Camina lentamente, disfruta de cada paso, pero no pares, eso es lo más importante. Si te paras, pierdes. Cuanta mas seguridad tengas y más feliz seas, más puntos ganas. Olvida los malos recuerdos, deja tu mente en blanco, abre tu corazón, piensa en el presente, en el HOY. Ni se te ocurra llorar con el pasado, porque por cada lágrima, retrocedes un paso. No aceleres repentinamente, o te saltarás casillas... y lo más esencial de todo: si das la vuelta, quedas eliminada.


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